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      Lectores: “Buenos Aires, una de las ciudades más ruidosas del mundo”

      • La otorrinolaringóloga Barreira, dice que a los 55 decibeles ya se considera ruidos molestos, y que por eso es que se necesita una ley nacional más vigoroza, con fiscalización y mucho control.
      • EL COMENTARIO DEL EDITOR. Algo hace ruido en la Ciudad.
      • Día Internacional de Concientización sobre el Ruido.

      Lectores: “Buenos Aires, una de las ciudades más ruidosas del mundo”Ante una situación permanente de nerviosismo y estrés causado por el ruido, el resultado puede llevar a una hiperacusia.
      Redacción Clarín

      ¿Cómo luchar contra el ruido ambiental? ¿Es necesario “sancionarnos” para poder respetarnos? Se considera ruido molesto, según contravención, a la perturbación del descanso, la convivencia o la tranquilidad pública mediante ruidos que por su volumen, reiteración o persistencia excedan la normal tolerancia.

      El 23 de mayo 2007, se aprueba la Reglamentación de la Ley 1.540, de Control de la Contaminación Acústica en Buenos Aires, cuyo objetivo es “prevenir, controlar y corregir, la contaminación acústica”. Según, el Artículo 2, dice: “Prohíbese producir, causar, estimular o provocar ruidos molestos, cualquiera sea su origen, cuando por razones de hora y lugar, o por su calidad o grado de intensidad, se perturbe o pueda perturbar la tranquilidad o reposo de la población, o causar perjuicios o molestias de cualquier naturaleza”.

      Esta ley indica, por zonas, como límite 65 decibeles durante el día en las zonas residenciales; y 70 dB. para las zonas comerciales. También establece, por horario. Según, el artículo 1: “Prohíbese producir, causar, estimular o provocar ruidos, cualquiera sea su origen -a) superiores a 65 db. de 6:00 a 22:00 hs. Y -B) superiores a 35 db. De 22:00 a 6:00 hs. Por debajo de 45 db. se considera zona de bienestar”. A los 55 db. ya las personas empiezan a considerar ruidos molestos, y según la OMS nos advierte que a partir de los 85 db. por más de 15 minutos ya no sería inocuo, sino nocivo a la salud. Pero los niveles de contaminación acústica de la ciudad se superan ampliamente, especialmente en avenidas con mucho tránsito.

      En medida acústica, el nivel de 85 db. equivale al ruido del tren, a máquinas de fábricas, a sirena de bomberos, a una manifestación. Una aspiradora tendría 70db., y un aglomerado de gente 60 db. La exposición prolongada al ruido afecta seriamente nuestra salud produciendo: molestias, trastornos del sueño, alteraciones cardiovasculares, metabólicas, cefaleas, irritabilidad y agresividad. Y cuando ya hay daño otológico (causado por una explosión o arma de fuego), produce una hipoacusia sensorial y tinnitus, provocando un trauma acústico que desencadena los ruidos internos o acúfenos, que se suman a estos ruidos externos ambientales.

      También ante una situación permanente de nerviosismo y estrés causado por el ruido, el resultado es una hipersensibilidad a los ruidos, que nos va llevando a una hiperacusia por esta ansiedad que nos provoca, aunque también puede ser un síntoma que acompañe a una depresión o a otras enfermedades. Muchas personas sufren misofonía, que es una reacción psicológica desmedida caracterizada por una sensibilidad selectiva del sonido. Así nos va llevando a sufrir estrés por ruido, donde ya aconsejamos entrenamientos de relajación y terapias conductivo-conductuales.

      Buenos Aires es una de las ciudades más ruidosas del mundo, con promedio de 65 a 90 db. Contamos con una reglamentación local, donde la ley es de difícil cumplimiento, y nos crea cierta confusión al dividir en zonas, horarios y límites. Es por eso que necesitamos una ley nacional más vigoroza, con fiscalización y mucho control. Debemos renovar el transporte público, ya que los ruidos más fuertes provienen de los vehículos en mal estado, los caños de escape y motores de motos son muy ruidosas. Hay que mejorar los asfaltos en las calles, y la circulación vehicular en las calles evitando aglomerados.

      Todos deberíamos ser conscientes en nuestras actividades diarias para disminuir los ruidos. Tenemos que hacer campañas educativas de prevención y difusión pública para respetarnos y poder proteger la salud del impacto negativo que nos produce el ruido.

      Básicamente sería poder respetarnos para convivir en sociedad, sin hacernos daño a la salud, y generando cambios en el comportamiento de todos con respecto al ruido, tratando además este gran problema desde la Salud Pública.

      Andrea Gloria Barreira / DOCTORA / MÉDICA OTORRINOLARINGÓLOGA- MN 88.749 / HOSPITAL DE REHABILITACIÓN MANUEL ROCCA / agbarre@gmail.com

      EL COMENTARIO DEL EDITOR

      Por César Dossi

      Algo hace ruido en la Ciudad

      El 26 de abril se celebró el “Día internacional de la concientización sobre el ruido, y hace poco se reactivó un viejo reclamo de los vecinos de Palermo que generó polémica e hicieron eco, por fin, en el Gobierno de la Ciudad. Se trata del ruido que hacen los mega recitales en el Hipódromo y el Campo de Polo, y de la Ciudad Universitaria por el impacto sonoro en la Reserva Ecológica, en el estacionamiento, la circulación y el transporte. Por ahora todo está bajo la lupa del Ejecutivo porteño que proyecta trasladar esos shows a Parque de la Ciudad, Parque Roca y al Autódromo.

      Algo hace ruido en la Ciudad y la lectora de hoy, la otorrinolaringóloga Andrea Barreira, nos ilustra un poco el tema de cómo se controla eso que altera tanto la calma: “La Agencia de protección Ambiental (AprA) es la responsable de realizar las mediciones de los ruidos y monitoreos a través de la Red de Monitoreo, formada por 41 torres de monitoreo inteligente (TMI). Estas estaciones están distribuidas por comunas de acuerdo a las características ambientales y demográficas de las mismas. Así se mide la contaminación de las calles, la industrial y la exposición de la población”. Y agrega que el ruido, con la la información recaudada por los TMI, “se podría modificar algunas conductas o algunas formas de transitar en Buenos Aires, mejorándolas, ya que han sido los medios de transporte esencialmente, que generan la mayor preocupación a nivel mundial”.

      En conclusión, no sólo la salud auditiva y psicológica de las personas depende del ruido de los mega recitales, sino también del que producimos como ciudadanos día a día, en fiestas y horarios que están fuera de horario. Y parte de la solución depende de nosotros, con actitud solidaria frente quienes lo sufren.