Tatuarse también es una opción para la reconstrucción mamaria

“La idea de tatuar pezones surgió porque mi vieja y mi abuela tuvieron cáncer de mama. Mi tía está transitando un cáncer de mama también. Mi viejo falleció de otro tipo de cáncer y tengo a uno de mis hermanos pasando una situación similar… así que puede decirse que toda mi familia padece esta enfermedad”.

La historia dice bastante sobre la vida de Diego Starópoli, reconocido tatuador de 46 años, fundador de Mandinga Tattoo Studio, uno de los locales más famosos en este rubro, dado el largo listado de figuras del mundo del rock y la farándula que pasaron por ahí.

“La idea fue un homenaje a ellas, mi mamá y mi abuela. Y ya llevo tatuadas unas 400 mujeres . Como algunas sufrieron doble mastectomía (o sea, tras un cáncer de mamas, la extirpación de ambos senos), diría que voy en camino de las 600 reconstrucciones mamarias”.

La propuesta de Starópoli es gratuita, y consiste en imprimirles, sobre el implante que reconstruye la mama perdida, un tatuaje que asemeja a la areola y el pezón, generalmente extirpados en la mastectomía. “Se hace muy rápido, en una sesión, que dura 15 o 20 minutos cada areola. No duele y es para toda la vida”.