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      Refugiadas en Argentina y en el mundo, historias de dolor y superación

      Por el Día Internacional de la Mujer se hará en Buenos Aires el primer Festival de Mujeres Refugiadas. Buscan visibilizar un drama humanitario en el que la mitad son mujeres y niños.

      Refugiadas en Argentina y en el mundo, historias de dolor y superaciónA la joven iraquí Malak Hadi Hussein le dijeron que iba a Estados Unidos, pero en abril de 2017 fue engañada y abandonada en Colombia, con su familia (AFP).

      Recién hace dos meses que habla fluidamente el español. Wafaa Nasser tiene 24 años y llegó a la Argentina como refugiada en 2016. En Latakia, un pueblito de Siria, dejó atrás a toda su familia. Wafaa huyó de las guerras y de las bombas pero cayó en una depresión cuando aterrrizó al otro lado del mundo. Se bloqueó para aprender el idioma. Ahora, tras mucho esfuerzo, puede sonreír.

      Aprendió, en su desarraigo, el valor del hogar. “No puedes pasar toda tu vida como refugiada y, a la vez, anhelás renacer en una cultura diferente. Entonces el concepto de hogar es engañoso, porque la mayor parte del tiempo estás sola. Antes creía en cambiar y mejorar. Si no te gusta tu casa, cámbiala. Si no te sientes bien con tu familia o tu entorno, cámbialo. Pero los recuerdos duelen. Si me pregunto qué es para mí el hogar, pienso que es donde está mi madre; su regazo y compasión. Allí es donde quiero estar”, dice con acento especial.

      Ella es una de las tantas mujeres sirias que pidieron refugio en la Argentina. Un drama que no sólo toca a la región sino al mundo entero, donde existen hoy 22,5 millones de refugiados y 2,8 millones de solicitantes de asilo, según cifras provistas por el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Cada minuto, en el mundo, 20 personas huyen para ponerse a salvo de una tragedia colectiva y proteger su vida. Por lo menos la mitad de esa marea humana son mujeres y niñas.

      Una mujer de la etnia rohinya proveniente de Myanmar en el campo de refugiados Kutupalong, en Bangladesh (UNHCR/Roger Arnold).Una mujer de la etnia rohinya proveniente de Myanmar en el campo de refugiados Kutupalong, en Bangladesh (UNHCR/Roger Arnold).

      Este jueves, Día Internacional de la Mujer, se hará el primer “Festival para Mujeres Refugiadas”. Será en la Ciudad Cultural Konex. Allí buscarán visibilizar la situación de las refugiadas en el mundo. El drama humanitario de los llamados “desplazamientos forzados” alerta al globo. Y ahora se conoce en la Argentina un informe del Fondo de Población de la ONU, que revela que un gran número de mujeres sirias habrían sido víctimas de explotación sexual por parte de quienes tenían la responsabilidad de entregarles ayuda humanitaria en nombre de agencias asociadas a Naciones Unidas y de ONGs. Servicios sexuales forzados a cambio de alimentos.

      ​Entre los refugiados hay mujeres heroínas: se convierten en cabeza de familia, aun cuando en su cultura nunca hayan tenido ese rol. Y suele ocurrirles que, al llegar al país de acogida, atraviesen situaciones de discriminación o violencia. 

      Analía Kim (ACNUR)

      ¿Cómo se ubica la Argentina a la hora de recibir refugiados? Toda América latina es considerada “región solidaria”. Así lo define Analía Kim, del área de Comunicaciones de ACNUR. Entre 2014 y 2017, nuestro país recibió 5.936 pedidos de asilo, provenientes de países como Siria, Pakistán, Haití, Cuba, Venezuela y Perú, entre otros. Ese pedido es el trámite indispensable para conseguir el estatus de refugiado. Con el Programa Siria, dada la gravedad de la situación en ese país, la Argentina viabilizó la llegada de esos ciudadanos utilizando una familia llamante que, al ampliarse el programa, posibilitó que no necesariamente fueran parientes.

      Madre e hija, las mujeres de la foto son refugiadas sirias en Santa Cruz, Bolivia (ACNUR/Magui Masseroni).Madre e hija, las mujeres de la foto son refugiadas sirias en Santa Cruz, Bolivia (ACNUR/Magui Masseroni).

      Laura García es la “llamante humanitaria” de Wafaa. Ella le dio resguardo y la recibió en el país. García es la presidenta de GlobalNews Group: “Cuando decidí ser llamante pensé que sería sencillo. Me equivoqué. Sobre todo por el proceso de desarraigo que Wafaa traía. Aprendí mucho con ella. El refugiado necesita transitar un proceso emocional muy fuerte. Hay que estar preparado”.

      Si me pregunto qué es para mí el hogar, pienso que es donde está mi madre; su regazo y compasión. Allí es donde quiero estar

      Wafaa Nasser (24), refugiada siria en Argentina

      Brenda Pereyra es trabajadora social y, en el marco de un proyecto de la Universidad de Nueva York, supervisó un emprendimiento de mujeres refugiadas de distintas culturas: haitianas y paquistaníes. “Ellas lo llamaron ‘Belleza mundial’. La idea fue trabajar el género desde lo artístico. Son mujeres con muchos recursos y ganas de hacer. El trabajo manual es importante porque mientras trabajan, charlan y se conocen”, dice Pereyra.

      No eran muchas, pero lo interesante fue lo que lograron. “Hay que pensar en sus condiciones de vida. Están invisibilizadas, no tienen contacto exterior, salvo por los trámites en Migraciones o la Conare (Comisión Nacional para los Refugiados). Viven precariamente, aisladas y sufren la pérdida de lazos. Pese a las diferencias culturales que hubo que sortear, las unían sus ganas. Fue interesante la dinámica creada y la mirada sobre el género que cada una aportó”, subraya.

      La birmana Sumeh, docente de 26 años, da clase de lengua a un grupo de chicos refugiados (igual que ella) en el norte de Tailandia (UNHCR/Sebastian Rich).La birmana Sumeh, docente de 26 años, da clase de lengua a un grupo de chicos refugiados (igual que ella) en el norte de Tailandia (UNHCR/Sebastian Rich).

      Dice que la comunicación fue un desafío y la música ayudó mucho: “Lo que no se dice, no se entiende. Y si no entiende, no se interpreta. Pensemos que aún no hablan bien español y algunas llegan a sufrir acoso sexual acá, en el país de acogida. Y no están insertas laboralmente. Necesitaban apoyo e intercambiar experiencias”. Así produjeron collares de tela, brazaletes y otros accesorios con telas africanas y los vendieron. Intervino la Comisión Episcopal de la Pastoral de Migrantes e Itinerantes y la intención es darle continuidad a este emprendimiento.

      Cada minuto, en el mundo, 20 personas huyen para ponerse a salvo de una tragedia colectiva.

      Es importante, como señala Analía Kim, establecer la diferencia entre migrante y refugiado. El refugiado no elige irse, sino que huye para salvar su vida: “Eso cambia la perspectiva de nosotros como comunidad. Entre los refugiados hay mujeres heroínas, porque se convierten en cabeza de familia, aun cuando en su cultura nunca hayan tenido ese rol. Y suele ocurrirles que, al llegar al país de acogida, atraviesen situaciones de discriminación o violencia”.

      El caso de las sirias tiene un valor agregado: la mayoría tiene estudios universitarios, pero no pueden validarlos porque en nuestras universidades no existe la carrera que ellos estudiaron. Hace dos semanas, el Gobierno simplificó la validación de esos títulos para venezolanos y refugiados sirios también.

      A veces la huida es más peligrosa que la permanencia en sus países: las mujeres y niñas son particularmente vulnerables frente a los abusos de los traficantes, las redes de trata de personas y la violencia de los grupos armados.

      María José Marcogliese, prof. de "Política y gestión de las migraciones internacionales”, UNTREF
      Nancy Soto es peruana y vive en La Paz, Bolivia. Dejó de ser refugiada el 22 de junio de 2017 cuando recibió su certificado de naturalización. “Hoy es un día de fiesta, esperé muchos años para esto", dice (ACNUR/WilliamWroblewski).Nancy Soto es peruana y vive en La Paz, Bolivia. Dejó de ser refugiada el 22 de junio de 2017 cuando recibió su certificado de naturalización. “Hoy es un día de fiesta, esperé muchos años para esto", dice (ACNUR/WilliamWroblewski).

      Fátima Berro huyó de Siria hace cuatro años. Habla español y dice haberse adaptado a la cultura local. Se divorció del marido sirio con quien huyó (“por razones de violencia”, dijo) y se casó con un argentino, con quien tiene una hija.

      “Extraño a mi familia, la casa, las memorias. No tengo amigos aquí y al principio tuve muchas dificultades. Trabajé como profesora de inglés”, narra. Su crisis emocional al pisar suelo argentino la llevó de vuelta a Siria. Pero las cosas empeoraron y regresó. “Sueño con reunir a mi familia, con el fin de la guerra, con ser directora de cine”, cuenta la joven de 36 años, que estudia dirección audiovisual.

      La violencia de género y la violencia sexual surgieron varias veces en los testimonios. Un dato extra es que del total de mujeres refugiadas en la Argentina, veinte pertenecen al colectivo LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans). La mayoría de ellas provienen de Rusia, donde la política de Vladimir Putin al respecto es muy hostil.

      La guerra es la expresión más cruel de la violencia, pero es significativo que ya el año último, un gran número de países en desarrollo aportara datos de desplazados forzosos sin desglosar el género. Sólo basta recordar el reciente secuestro de otras 110 niñas en Nigeria, por parte del grupo terrorista Boko Haram.

      Fátima Berro huyó de Siria hace cuatro años y trata de adaptarse a Buenos Aires (Gentileza ACNUR, archivo Fátima).Fátima Berro huyó de Siria hace cuatro años y trata de adaptarse a Buenos Aires (Gentileza ACNUR, archivo Fátima).

      En la región latinoamericana se replica ese escenario, como subraya María José Marcogliese, profesora de la maestría en “Política y gestión de las migraciones internacionales” de la Universidad Nacional de Tres de Febrero: “Mujeres en fuga, un estudio de ACNUR de 2015, da cuenta de la dramática huida de miles de mujeres de la violencia ejercida por las maras y otros grupos delictivos organizados transnacionales en El Salvador, Honduras, Guatemala y México".

      "Los relatos están plagados de violaciones, agresiones sexuales, extorsiones y amenazas (aclara), así como de la desaparición, el secuestro o el asesinato de sus familias. A veces la huida es más peligrosa que la permanencia en sus países de origen: las mujeres y niñas son particularmente vulnerables frente a los abusos de los traficantes, las redes de trata de personas y la violencia de los grupos armados”.

      El refugiado se distingue del migrante porque no tiene opción: huye para salvar su vida.

      Aún peor es el caso de Colombia, apunta la experta: “En ese país, las mujeres representan nada menos que la mitad entre los casi siete millones de desplazados internos registrados por las autoridades. Durante el conflicto armado de Colombia, la violencia contra ellas afectó a mujeres de todas las edades. Amenazas, asesinatos, torturas, desapariciones forzadas, trata de personas, violaciones y otras formas de abuso sexual estaban a la orden del día”.

      Anais tiene 15 años y debió desplazarse dentro de su país. Asiste a una clase en una escuela del campo de refugiados Mahama, en el este de Ruanda (UNHCR/Hannah Maule-ffinch).Anais tiene 15 años y debió desplazarse dentro de su país. Asiste a una clase en una escuela del campo de refugiados Mahama, en el este de Ruanda (UNHCR/Hannah Maule-ffinch).

      “Además, datos oficiales indican que más de 400.000 mujeres han sido asesinadas en el marco del conflicto armado, y más de 3 millones de mujeres se vieron obligadas a desplazarse internamente. A fines de 2016, las mujeres representaban la mitad de los 311.000 refugiados colombianos en otros países”, detalla.

      No obstante, Marcogliese propone reflexionar sobre “el rol silencioso pero fundamental” que cumplen las refugiadas: “Su experiencia las motiva a emprender una búsqueda continua por alcanzar la paz. De hecho, en América Latina tienen un papel vital en la difusión y sensibilización respecto a las causas y consecuencias de los conflictos, al igual que en los procesos de diálogo dirigidos a reducir la violencia y construir la paz.”

      Hace poco más de un año, nueve grandes actores de Hollywood –como Cate Blanchett y Chiwetel Ejiofor- pusieron rostro y voz al poema What they took with them (Lo que ellos se llevaron), de Jennifer Toksvig, a partir de relatos y vivencias de refugiados. Entre los objetos elegidos por las mujeres prevalecieron una muñeca, una almohada, la llave de un pequeño baúl, pañales, una taza, un rosario… el hogar.


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      Susana Reinoso
      Susana Reinoso

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