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      Caetano Veloso: el antídoto del bahiano contra Bolsonaro

      El referente del tropicalismo lanzó un nuevo disco, Meu Coco. Once canciones brillantes que alertan sobre la realidad de su país.

      Caetano Veloso: el antídoto del bahiano contra BolsonaroVeloso es portavoz de la resistencia intelectual y artística contra Bolsonaro.

      En 2018, Caetano Veloso escribía una columna de opinión en el New York Times, donde advertía que si Bolsonaro llegaba a la presidencia de su país, se venían tiempos oscuros en Brasil. Pasaron tres años y los pronósticos de Caetano se cumplieron. Brasil se sumió en un período de oscuridad total en el que se reavivaron discursos raciales y antidemocráticos. Durante este tiempo, Caetano se convirtió en un portavoz de la resistencia intelectual y artística. La aparición de su nuevo disco Meu Coco, es el mayor acto de protesta de este bahiano de 79 años, que no se dejó vencer por el pesimismo y creó su propia epopeya, su propia cruzada, logrando después de más de medio siglo de música su victoria más importante, once nuevas canciones cuya brillantez no sólo no opacan nada del camino recorrido, sino que lo vuelven a engrandecer.

      Meu Coco es de una fuerza abrumadoramente jovial y clásica a la vez. El disco se empezó a cocinar entre las navidades de 2019 y el verano de 2020, en su pequeño estudio de Rio de Janeiro, solo acompañado por el joven músico de 26 años, Lucas Nunes, integrante de la banda de Tom Veloso, su hijo menor. Los dos juntos hicieron todo el disco, al que le sumaron invitados que grabaron a distancia los arreglos de vientos, bronces y percusiones, incluída la participación en chelo de Jaques Morelenbaum (arreglador del disco Fina Estampa de Caetano), Moreno Veloso, o la cantora portuguesa Carminho en el fado “Vocé vocé”.

      La combinación entre el espíritu modernista de Caetano con una voz que roza el nirvana de la canción y el aporte de un productor joven que maneja elementos –como el uso de la máquina de ritmos T-800, el instrumento favorito del trap y el hip hop–, provoca otro big bang musical: canciones que van de una arquitectura minimalista como la nana “Autocalanto” (inspirada en su nieto), al pulso rítmico del candomblé bahiano de “GiGal”, donde Caetano invoca con su falsete los nombres de músicos-dioses del Brasil como Pixinguinha, Jorge Ben, Djavan, Carlos Lyra y Milton Nascimento, hasta aquellos temas que alcanzan una sustancia y belleza sobrecogedora dentro del formato canción como “Cobre” o “Noite de Cristal”, que cierra el álbum.

      El hombre que aparecía en pijamas en Instagram rodeado de cierto aura de despreocupación, ofrece en las letras de este disco una mirada consciente sobre su entorno, los problemas raciales y económicos, el avance de la derecha y los apóstoles mesiánicos, la vida dirigida por los algoritmos que se diseñan en Sillicon Valley, los vínculos amorosos en las redes, las singularidades que capta a través del microscopio de su ojo, que rescata viñetas cotidianas como la peculiaridad de la aparición de una generación de bebés en Brasil bautizados con el nombre de Enzo Gabriel, pero también traduce en poemas su obsesión tropicalista por una nueva civilización híbrida, amparada en el cruce del indio tupí, el mulato, la lengua portuguesa y la riqueza multicultural del Brasil.

      Incluso se muestra provocador, molesto como un moscardón frente al poder. Es un disco donde fija posición, desde un lugar de sabiduría y un optimismo ofuscado, que lo mantiene alerta frente a la preocupación de un pensamiento de ultraderecha que avanzó en su país y en otras partes del mundo. A ese avance del oscurantismo en la sociedad, Caetano le opone la fuerza luminosa de la música, a manera de antídoto. No es casual que en “Meu Coco”, la canción que abre el disco, el músico bahiano cite los nombres de cantoras legendarias como Nara Leao, María Bethania y Elis Regina, cuando canta: “Com Naras, Bethânias e Elis/Faremos mundo feliz”, o cuando su voz baila sobre el ritmo “Sem samba não dá” y dice que, sin samba nada es posible. El exorcismo funciona.


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      Gabriel Plaza

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