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      Beatriz Moreiro propone un arte que cuide la naturaleza

      Con curaduría de Rodrigo Alonso, más de 40 trabajos de los últimos ocho años entre esculturas, dibujos, videos, instalaciones, grabados pueden verse en el Museo Provincial de Bellas Artes de Resistencia, Chaco.

      Beatriz Moreiro propone un arte que cuide la naturaleza"Cuando la tierra se duerma", la exposición de Beatriz Moreiro en Resistencia, Chaco. Gentileza

      “El arte es una herramienta más y, a su vez, fundamental para cuidar nuestra Tierra, nuestra casa y toda especie que conviva con nosotros”. Lo dice Beatriz Moreiro, cuya trayectoria constituye un testimonio coherente, sensible y comprometido con la relación que puede establecerse entre arte y naturaleza.

      Nacida en Buenos Aires, en 1953, a fines de los años 70, la artista decidió mudarse para siempre al Chaco estableciéndose, desde hace un poco más de una década, al lado de una reserva en el monte.

      Allí donde capta lo “invisible para hacerlo visible”, en sus propias palabras: los animales, sus sonidos, plantas, flores, hongos, incendios, desmonte, para señalar lo que todos podemos ver pero que, con frecuencia, se elige pasar por alto e, incluso, destruir.

      La artista Beatriz Moreiro vive en una reserva en el monte chaqueño. GentilezaLa artista Beatriz Moreiro vive en una reserva en el monte chaqueño. Gentileza

      La actual exposición

      Cuando la tierra se duerma, en el Museo Provincial de Bellas Artes "René Brusau" de Resistencia, Chaco, ofrece más de 40 trabajos de los últimos ocho años entre esculturas, dibujos, videos, instalaciones, grabados, en una extensa sala de la institución.

      No sólo la mirada se activa ante la presencia del conjunto, sino también la audición y el olfato, a través de bandas sonoras que reproducen el sonido del ecosistema del monte y aromas de especias (menta, canela, boldo) que son fruto de la tierra.

      “El trabajo de Beatriz Moreiro surge de la observación meticulosa de un universo que es, al mismo tiempo, un reservorio inagotable de vida y un escenario de conflictos”, escribe el curador de la muestra, Rodrigo Alonso.

      No sólo la mirada se activa ante la presencia del conjunto, sino también la audición y el olfato. GentilezaNo sólo la mirada se activa ante la presencia del conjunto, sino también la audición y el olfato. Gentileza

      Y agrega: "El señalamiento de un terreno todavía pródigo y de las especies que se abren paso sobre él a pesar de los obstáculos, encarna una visión potente de una naturaleza que se resiste a perder protagonismo ante la avanzada de las civilizaciones hipertecnológicas contemporáneas".

      Caminamos en la sala entre Bitácoras (nombre que la artista le asigna a aglomerados de hojas con sonido) con hongos en acero inoxidable y grabados sobre madera del desmonte; notables dibujos en blanco y negro de flores emergiendo o adentrándose en oscuras profundidades; elegantes caraguatás también en acero inoxidable; imágenes en video de un fragmento de flora ofreciendo su natural poesía; y una impactante video instalación de troncos quemados con hongos sobre ellos, entre los cuales surge un haz de luz azul representando la espada del arcángel San Miguel como símbolo de protección y fortaleza.

      Grabadora y dibujante, en 2014, Moreiro obtuvo el Gran Premio de Honor de Grabado en la 103° edición del Salón Nacional de Artes Visuales por su obra Campo Quemado, entre muchos otros galardones en el país y en el exterior. Participó en múltiples exposiciones individuales y colectivas.

      En 2014, Moreiro obtuvo el Gran Premio de Honor de Grabado en la 103° edición del Salón Nacional de Artes Visuales por su obra Campo Quemado. GentilezaEn 2014, Moreiro obtuvo el Gran Premio de Honor de Grabado en la 103° edición del Salón Nacional de Artes Visuales por su obra Campo Quemado. Gentileza

      Su trabajo se encuentra en las colecciones de la Academia Nacional de Bellas Artes (Argentina); en el Museo de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez (Santa Fe); en el Museo René Brusau (Chaco), en la Fundación CIEC de Galicia; en el Instituto Cultural Cabañas de Guadalajara, entre otras. En diálogo con Clarín, la artista habló de su trabajo.

      –¿Cuándo y de qué manera surgió su especial vínculo con la naturaleza?

      –Mi primera infancia transcurrió entre la casa de Martínez rodeada de quintas de flores y los veranos en el campo de mis abuelos paternos en Entre Ríos.

      Nuestros juegos, en los veranos litoraleños, con mi hermano Ricardo, eran en y con la naturaleza. Ir al arroyo y a una pequeña laguna, ver tortugas, nutrias, recorrer el campo buscando nidos de teros, subir a los olivos para ver los huevos y el nacimiento de los pichones.

      "Nuestros juegos, en los veranos litoraleños, con mi hermano Ricardo, eran en y con la naturaleza", cuenta Moreiro. Gentileza"Nuestros juegos, en los veranos litoraleños, con mi hermano Ricardo, eran en y con la naturaleza", cuenta Moreiro. Gentileza

      –¿Qué cambios produjo en su obra ir a vivir al Chaco y luego al monte?

      –A los 24 años, mi padre nos propuso venir por un tiempo al Chaco, lugar ya conocido por mí, donde podría desarrollar mi carrera artística con la temática que me interesaba. Árboles, avisperos, libélulas, frutos del mamón, bichos canastos; todo lo que quería hacer aparecía en mi casa.

      Por el 2000 viajaba mucho a Misiones y esa etapa despertó nuevas inquietudes surgiendo los escarabajos tapizando pisos y paredes –serie Corazas- llevados al grabado. Fue luego ver las inmensas arquitecturas de los tacurúes emergiendo de la tierra.

      Pero hasta aquí nada había sido tan movilizador como decidir venir a vivir al monte, en 2008, muy cerca del grandioso río Paraná y frente a un estero de 17 hectáreas. Aquí sí pude ver la magnitud de lo que debía mostrar, lo vivía.

      Dibujé una veintena de nidos vacíos, sintiendo que en cada trazo era como el propio pájaro construyéndolo. En tanto, en los alrededores había desmontes, quemas, más allá de la reserva. Recolectaba lo que quedaba destruido y armaba fardos envueltos en alambre de perdurable acero para preservar lo que existió.

      –Bichos canasto, escarabajos, tucurúes, avisperos, flores, campos quemados, hongos, fardos, a través del dibujo, el grabado, la escultura, la instalación, el video. ¿Qué le han enseñado todos ellos? ¿Cómo es el proceso de llevarlos a la obra artística?

      –Me enseñaron que el mensaje era mostrarlos, hacerlos visibles para que otros tomen conciencia. Las quemas de campos eran constantes y alarmantes. Las variedades de hongos más extraños invadieron mi jardín.

      Me pregunté qué me estaban mostrando y empecé a investigar sobre ellos. Los hongos son el Quinto Reino, los primeros habitantes del planeta Tierra, que generando oxígeno permitieron la vida y serán los últimos, ya que se alimentarán de los desechos para generar nueva vida. Surgieron primero pequeños dibujos, luego muy grandes, pero había que mostrarlos también en objetos en acero.

      Durante la pandemia, por ejemplo, centenares de flores rodeaban mi casa, esplendorosas de noche para morir a la mañana siguiente y resurgir al otro día como si fueran las mismas, pero eran otras. A partir de ellas hice el libro de artista Flores en la Noche.

      Ficha

      Cuando la tierra se duerma
      Dónde: Museo Provincial de Bellas Artes "René Brusau", Marcelo T. de Alvear 90, Resistencia, Chaco.
      Cuándo: de lunes a viernes de 9 a 12 y de 17 a 20. Hasta el 7 de abril. 
      Entrada: gratuita.

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      Sobre la firma

      Laura Casanovas

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