“Debate educativo basado en certezas, no en discursos altisonantes”

Se ha desatado una nueva ola de quejas contra Javier Milei. Ahora, por el presupuesto educativo. Quienes defienden la educación pública pareciera ser que no han vivido en el país en los últimos 40 años.

En 1999 Guillermo Jaim Etcheverry publicó el libro “La tragedia educativa” y en 2006, Horacio Sanguinetti otro titulado “La educación argentina en el laberinto”. Es imposible opinar sobre el estado de la educación sin haberlos leído.

Un breve e incompleto repaso de hitos nos hace recordar el “superó, alcanzó muy satisfactoriamente, alcanzó satisfactoriamente, no alcanzó” de Raúl Alfonsín. Axel Kicillof: “La repitencia no es eficaz”. Roberto Baradel: “Declarar la educación pública como servicio esencial es inconstitucional”. Cristina Fernández: “Ustedes no necesitan que nadie les dé clases. Ustedes pueden dar clase a todos”.

El siempre demagógico Kicillof expresó que “no vinimos a entregar la educación pública porque es un derecho que conquistó nuestro pueblo”. No está enterado que la ley 1420 de educación pública común, gratuita y obligatoria fue sancionada en 1884 por el presidente Julio Argentino Roca. En noviembre de 2017 Horacio Rodríguez Larreta presentó un proyecto para crear una universidad docente en CABA: los gremios docentes se opusieron.

Sería interesante que rectores y decanos de cada facultad informaran a qué se destina el presupuesto. Señalando la nómina del personal entre docentes y no docentes, y sus funciones. Además, la cantidad de alumnos argentinos y extranjeros; quiénes provienen de la secundaria pública y quiénes de la privada; cuántas materias aprueba cada alumno por año; el costo por alumno; cuántos se reciben en el tiempo previsto. Con estos datos, entre otros, podríamos saber si el dinero que aportamos los argentinos está bien administrado, y el debate se daría sobre certezas y no en discursos altisonantes. La responsabilidad del estado de la educación en sus aspectos pedagógicos y económicos es de quienes ocuparon bancas en el Congreso desde 1983 a la fecha, con la eficaz colaboración de los gremios docentes. La solución será difícil y llevará años.

Gabriel C. Varela gcvarela@hotmail.com

OTRAS CARTAS

Hasta el mejor remedio fracasa si mal se administra

Todos sabemos que aun el mejor remedio debe administrarse en tiempo y forma para que haga efecto. Esto viene a cuento por la política de shock desarrollada por el presidente Milei hasta aquí. Los argentinos sobrellevamos como podemos una inflación del 90,18%. Con el agravante que los rubros de mayor incidencia como los alimentos básicos aumentaron el 93,09% y el transporte, 128,6%. Se suma el descontrol en el costo de la salud y la brutal actualización de los servicios. El resultado de este cuatrimestre es que la canasta básica alimentaria (indigencia) aumentó un 93,6% y la canasta básica total (pobreza), un 98%.

No alcanza que el Presidente insista en futuras bondades. Debe responsabilizarse por las consecuencias presentes que sufre el ciudadano común para atenuar esta transición dramática, tras los desastrosos años del populismo K. Debe quedarse más tiempo en el país y demostrar su capacidad para revertir los fracasos de su primer DNU y ley ómnibus con acuerdos políticos. Y por sobre todo trabajar por una recuperación inclusiva para no aumentar la vulnerabilidad de millones que desde hace rato viven marginados. Debería recordar a su (y mi) admirado Juan Bautista Alberdi: “El gobierno es instituido para dar a cada gobernado la seguridad de su vida y de su propiedad. Esta seguridad se llama y es la libertad”.

Matías Aníbal Rossi matiasrossi2014@gmail.com

Milei, el efecto de la ceguera de los kirchneristas

El ascenso de Milei a la Presidencia no puede entenderse sin comprender el contexto previo marcado por el gobierno kirchnerista. En un giro irónico, los seguidores del kirchnerismo terminaron siendo los impulsores involuntarios de Milei y su populismo de derecha. Persistieron en su apoyo a un modelo político que evidenciaba claros signos de ineficacia y corrupción. Durante años, el kirchnerismo gobernó con políticas que no sólo mostraron un desconocimiento profundo de la economía, sino que también generaban una creciente insatisfacción en gran parte de la población.

Pero en lugar de reconocer la necesidad de un cambio de rumbo, los seguidores K persistieron en su apoyo. Esto llevó a un efecto inverso: la emergencia de un populismo de derecha representado por Milei. El kirchnerismo, en su ceguera y obstinación, desencadenó un fenómeno político que nunca habría surgido. Una izquierda más moderada, capaz de comprender que los problemas económicos no son exclusivos de ninguna ideología, podría haber evitado esta oscilación radical de un extremo al otro en la política argentina.

Ps. Jorge Ballario psicologo.ballario@gmail.com

¿Y la acción climática?

El Tribunal Europeo de Estrasburgo condenó a Suiza por inacción climática en un fallo histórico de trascendencia mundial. La crisis climática global es innegable y el negacionismo va perdiendo adeptos. En nuestro país faltan medidas concretas de mitigación ante aquello que es evidente: mayores y más frecuentes inundaciones, sequías, expansión de epidemias como la del dengue, etc. La acción climática nunca comenzará si no se reconoce seriamente el problema que ya está causando muertes y estragos en varios lugares del país.

Patricio Oschlies poschlies@yahoo.com.ar

Doble fila en la Ciudad

Nunca he visto tantos autos inteligentes (no hay nadie a bordo) en las calles de Buenos Aires. Muchas veces 4 o 5 por cuadra (lo cual invita a copiar), estacionados en doble fila, sin baliza, en horas pico, en calles estrechas y no tanto, con conductores displicentes y ausentes, sin la menor consideración a su prójimo. Ellos tienen cosas mucho más importantes que las nuestras, como comprar en una verdulería o estar sentados en un café. El Gobierno de la Ciudad debería tomar medidas urgentes para evitar este abuso, verdadera conducta anómica si las hay por las implicancias en el tránsito y los riesgos que conlleva.

Dr. Vicente A Costa vacosta60@gmail.com