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      Prácticas en empresas para alumnos de 5°: ya son obligatorias, pero hay varias dudas clave

      Ocuparán 80 horas reloj. Sin embargo, en los colegios privados reclaman más precisiones del Gobierno porteño sobre cómo se implementarán.

      Prácticas en empresas para alumnos de 5°: ya son obligatorias, pero hay varias dudas claveAlumnos en una práctica, el año pasado en el Centro Cultural Recoleta. Desde ahora son obligatorias. Foto Lucía Merle / Archivo

      “Muy bonito, pero no flota”. Dos veces repitió la frase la rectora de un colegio secundario porteño de gestión privada. Las dos veces, en alusión al programa ACAP, las actividades de aproximación al mundo laboral y los estudios superiores (incorrectamente llamadas “pasantías” o “prácticas profesionalizantes”), que tanto revuelo generaron en 2022 -cuando se hicieron pruebas piloto en algunos establecimientos- y que este año serán obligatorias para todos los chicos de quinto año de la Ciudad.

      La intención de estas líneas es dar precisiones sobre cómo se pondrá en práctica el programa, considerando cierta incertidumbre y algunas cuentas pendientes que contabilizan en el sector, en especial, en las escuelas de gestión privada.

      En concreto, muchos aguardaban la salida de una nueva resolución ministerial que haría ajustes en la implementación de las ACAP.

      Una fuente de una escuela (que pidió no ser nombrada) dijo que el texto estaba casi listo, en el despacho de la ministra Soledad Acuña, y estimó que habría cambios en la cantidad de horas obligatorias del programa, que definió como “muchísimas”.

      Alumnos del Instituto Huergo en un taller de aproximación al mundo laboral y de educación superior, en la UNICABA.Alumnos del Instituto Huergo en un taller de aproximación al mundo laboral y de educación superior, en la UNICABA.

      Son, en efecto, 120 horas cátedra (80 horas reloj), casi todas destinadas al desarrollo de actividades (de aproximación al mundo laboral) en empresas u organismos, y una parte, a talleres en los que los chicos deberían adquirir algunas habilidades.

      Financieras, por ejemplo: entender qué es y cómo funciona un banco, o saber leer un recibo de sueldo. Y, también, académico-laborales: contar con espacios de orientación vocacional, aprender a elaborar un curriculum vitae, ir de visita a una facultad...

      Sin embargo, desde la cartera que conduce Acuña explicaron a Clarín que "por el momento no va a salir nada nuevo".

      Rige la resolución 3958, de 2021. No fue posible -por más que este medio lo solicitó- establecer una comunicación con algún vocero oficial del área ACAP para trasladar algunas dudas.

      Por lo pronto, las seis páginas del Anexo 1 de esa normativa dejan claro que implementar las ACAP es una empresa ambiciosa. Que se requiere tiempo, personal y una sesuda remodelación de los programas de quinto año (de modo que sea "ganancia pura", sin que se pierdan contenidos indispensables).

      Se les otorga a las escuelas (en especial, las privadas) una libertad fenomenal para gestionar acuerdos con empresas (previa aprobación del Ministerio), pero los recursos para hacerlo, dicen en algunas instituciones, no parecen estar del todo resueltos.

      ACAP: matices, según el establecimiento

      Clarín habló con tres secundarias de gestión privada y una pública. En todas se rescató el valor positivo de estas actividades de aproximación que parecen abrirles a los chicos puertas a experiencias que de otro modo, o no explorarían a su edad (en los mejores casos) o (en los peores) no podrían explorar nunca.

      Sin embargo, el grado de conformidad con la implementación del programa es bien disímil.

      Al interior de las propias secundarias públicas hay un asomo de grieta en las miradas.

      Así como en 2022 se oyeron denuncias de familias que acusaron al Gobierno porteño de “explotación infantil”, dadas las tareas laborales (pesadas y pedagógicamente improductivas, apuntaron) que debieron hacer los alumnos en los rubros hotelería y gastronomía, en otros establecimientos se vivenció una experiencia auspiciosa y diferente. Se contará al final de estas líneas.

      ACAP en las escuelas privadas: modelo para armar

      A las escuelas públicas, el Gobierno porteño supuestamente les informa qué talleres deben hacer los chicos, a qué empresas u organismos del Estado deben ir, y cuándo. En un acto de absurda exageración, podría decirse que el programa les viene "impuesto pero llave en mano".

      A los privados, si bien les ofrecen talleres que dicta la Ciudad o dar esos contenidos ellos mismos, no tienen las mismas facilidades en la vinculación con las empresas.

      El taller de "Habilidades para el futuro" que se dictó en la UNICABA para alumnos secundarios.El taller de "Habilidades para el futuro" que se dictó en la UNICABA para alumnos secundarios.

      Estela Domínguez Halpern, rectora del Instituto Industrial Huergo, reconocida escuela técnica que también ofrece un bachillerato con orientación en artes visuales, aclaró varias veces que le parece una propuesta “muy rica”, pero resumió con cierto pesar la organización de las ACAP.

      Parte de esa pesadumbre se debe a la ambiciosa tarea de personalización de la experiencia que algunas escuelas de gestión privada buscan ofrecer: que para cada alumno, en base a sus intereses y habilidades, se encuentre un lugar adecuado donde cumplir las horas ACAP. Pero hay más.

      Karina Bossio, secretaria académica del Colegio Justo José de Urquiza, del barrio de Caballito, explicó que “el GCBA puso a disposición lugares para la realización de las ACAP, pero solamente las escuelas de gestión estatal tuvieron el año pasado la posibilidad de acceder a ellos”.

      “Las escuelas de gestión privada debieron hacerlo por sus propios medios”, aclaró, pero reconoció que “eran pocas las plazas y muchos los colegios”. No cree que haya habido “desidia” del GCBA.

      Uno de los talleres en el marco de las ACAP, dictado para alumnos secundarios.Uno de los talleres en el marco de las ACAP, dictado para alumnos secundarios.

      Todo indica que 2023 no será muy distinto que el año pasado. Según Domínguez Halpern, no es una tarea sencilla: las empresas no pueden darles verdaderas tareas laborales a los chicos y, al contrario, deben “cuidarlos”; mostrales cómo se trabaja en el lugar.

      En definitiva, todo es leído por el sector empresarial como un esfuerzo que carece de un estímulo o reconocimiento acorde.

      Aunque el ciclo lectivo está recién comenzando, para alumnos y padres la falta de precisiones sobre la implementación del programa es motivo de ansiedad. Liliana, mamá de un estudiante de quinto bachiller de una escuela de San Telmo, dice que en el colegio de su hijo les bloquearon tres medias jornadas, pero que ya les anticiparon que pueden tener que mover horarios para cumplir con las ACAP porque son obligatorias.

      "Quinto año es particularmente complejo en la organización de los chicos, que tienen más exigencias por el régimen preuniversitario. Mi hijo no puede retomar horarios de actividades extracurriculares como inglés hasta que no les confirmen las ACAP. Y muchos también planean cursar el UBA XXI. Él tiene mucho interés en hacer las prácticas, pero tampoco está muy claro en qué van a consistir realmente", apuntó.

      Lara, de 17 años y de Caballito, coincidió: "Me dan ganas de hacerlas. Espero que sea una oportunidad de conocer otras cosas, que sean en lugares copados y con proyectos originales. Pero la verdad que molesta que todavía hoy no tengamos idea de cómo van a ser porque muchos tenemos cosas externas y el hecho de no tener fecha o lugar te complica para planear tu vida más allá del colegio". 

      ACAP: programa ambicioso, recursos escasos

      Silvina Di Lonardi se suma a estas líneas. Es rectora del Instituto Evangélico Americano y también participa del Consejo Consultivo de Educación Pública de Gestión Privada porteña, de modo que está muy involucrada en las mesas de trabajo de las ACAP.

      Su escuela también participó de la prueba piloto en 2022. En sintonía con sus colegas, aseguró que fue una experiencia muy fructífera, pero para nada sencilla.

      “Se requirió un montón de trabajo previo porque había que individualizar características, intereses y habilidades de los chicos. Y debíamos encontrar empresas. Hicimos esta búsqueda y por suerte encontramos algunas en el entorno de las familias de nuestra propia comunidad, lo que nos dio más seguridad”, recordó.

      Un alumno en una práctica, el año pasado en el Centro Cultural Recoleta. Desde ahora son obligatorias. Foto Lucía Merle / ArchivoUn alumno en una práctica, el año pasado en el Centro Cultural Recoleta. Desde ahora son obligatorias. Foto Lucía Merle / Archivo

      Ese "montón de trabajo previo" puede resumirse en algunos detalles, que a veces son los más obstaculizantes.

      Por ejemplo, se dice que no hubo una comunicación formal de qué entidades tenían convenio con el ministerio, información que (para las privadas) terminó circulando “de boca en boca”, salvo en un caso -recordó Bossio- en el que la propia dirección escolar porteña les informó que había un acuerdo con AUSA.

      Más recursos humanos para las ACAP

      El otro gran tema pendiente, destacó Domínguez Halpern, es el personal para hacer las vinculaciones: “Una escuela precisa horas, y horas docentes para desplegar el programa. Al momento, no tenemos la indicación de que vayamos a tener un docente formado para llevar esto adelante”.

      “Precisamos recursos... si uno tiene una idea y arranca un proyecto, debe saber con qué recursos cuenta”, enfatizó.

      Para Di Lonardi, la implementación de las ACAP dependió directamente de las condiciones particulares de cada institución.

      Así, como en su colegio ya contaban con una profesora de Psicología que hacía orientación vocacional y pedagógica, fue esa docente quien se puso al hombro las vinculaciones y el seguimiento de los alumnos. Sin embargo...

      “Pedimos que hubiera una incorporación concreta. Ellos (el ministerio) nos permiten tener un rol. Nos habilitan, pero la renta del cargo es de la institución. Estamos expectantes de que liberen la partida y lo puedan reconocer”, explicó.

      El medio vaso lleno, en una escuela pública del bajo

      Ricardo Barone es director de la Escuela de Comercio Nº1 “Joaquín V. González” de Barracas. Recibe chicos de barrios populares del sur porteño y también del conurbano bonaerense. Su escuela obtuvo "un paquete de 12 horas cátedra para que un docente organice las ACAP”.

      “Quiero remarcar que no tengo una mirada crítica ni partidaria de este programa. Trabajamos con chicos en situación de mucha vulnerabilidad. Vemos las ACAP como una oportunidad. Son chicos que, por prejuicios, quizás no accederían a estas oportunidades”, analizó.

      La Escuela de Comercio Nº1 "Joaquín V. González", del barrio de Barracas, que realizó ACAP el año pasado. Foto Germán García AdrastiLa Escuela de Comercio Nº1 "Joaquín V. González", del barrio de Barracas, que realizó ACAP el año pasado. Foto Germán García Adrasti

      Esto es, “ver cómo se trabaja administrativamente en una constructora de Barracas, en un banco importante, en un comercio que tiene presencia en todos los shoppings del país y en el Consejo de la Magistratura porteño”.

      “En todos lados fue una experiencia de trabajo de oficina, con computadoras, usando las bases de datos”, relató Barone, y aseguró: “Si bien algunos alumnos lo tomaron con apatía, otros fueron muy comprometidos".

      Y "nunca se dio el caso de que alguno haya tenido que limpiar. No ocurrió que debieran hacer algo no relacionado con la orientación comercial de la escuela”.

      Marzo ya arrancó. Barone dijo desconocer con qué entidades se harán acuerdos este año. Tiene expectativas y espera novedades.

      AS


      Sobre la firma

      Irene Hartmann
      Irene Hartmann

      Periodista (TEA) y licenciada en Letras (UBA), es redactora en Clarín desde 2010, tras años de experiencia en investigación documental. Área de especialidad, ciencia y salud. Otras inquietudes, todas las sociales: pobreza, infancia, educación, consumo, tendencias y, por qué no, psicología. En 2018 obtuvo un premio ADEPA al “Periodismo científico” y en 2021 fue becada por Fundación Gabo para integrar el taller “Inmersión en el periodismo sobre ciencia: un método para desconfiar”. ihartmann@clarin.com

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