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      Abierto de Australia: cómo funciona la “Política de Calor Extremo” que genera polémica entre los jugadores

      Las altas temperaturas y las lluvias son protagonistas en el inicio del primer Grand Slam del año, con partidos suspendidos y reclamos.

      Abierto de Australia: cómo funciona la "Política de Calor Extremo" que genera polémica entre los jugadoresLa estonia Kaia Kanepi, 31 del mundo, una de las que más sufrió el calor sofocante y se quedó afuera del torneo. Foto EFE/EPA/LUKAS COCH
      Redacción Clarín

      Melbourne suele presumir de ser la ciudad en la que se pueden experimentar las cuatro estaciones del año en un solo día, por los cambios repentinos que suele sufrir su clima en cuestión de horas. El segundo día de competencia del Australian Open 2023 dejó claro que esa afirmación no miente: arrancó con un calor sofocante y mucha humedad y finalizó con un cielo encapotado, algunas tormentas, y el termómetro con varios grados menos.

      Así, la jornada fue un caos. El juego tuvo dos largos parates, el primero por las altas temperaturas y el segundo por las lluvias- y hubo varios partidos que terminaron siendo postergados para el miércoles. Y también, enojo entre algunos jugadores, sobre todo por la aplicación de la Política de Calor Extremo que tiene el Grand Slam oceánico.

      Esa regla -que existe desde hace 35 años, pero fue modificada por última vez en 2018- determina cuándo las condiciones ambientales son demasiado duras para continuar jugando. Para eso se utiliza la Escala de Estrés Térmico, que va desde 0 hasta 5 y considera cuatro factores, la temperatura a la sombra, la radiación solar, la humedad y la velocidad del viento. Cuando el índice alcanza el máximo, se detiene la acción.

      Eso ocurrió este martes, un par de minutos antes de las 14 hora local, cuando se registraban casi 37° de temperatura y una sensación térmica algo mayor. "La escala llegó a 5 y el juego se suspenderá en las canchas exteriores una vez que se complete un número par de games o se finalice de disputar un tie break. Y no comenzarán nuevos partidos. También se suspende la actividad en las canchas de entrenamientos", anunció la organización del torneo en sus redes sociales.

      Un rato antes había avisado que, con el índice en 4, los jugadores tenían derecho a tomarse un descanso de 10 minutos en medio de sus partidos, las mujeres entre el segundo y el tercer set y los hombres entre el tercero y el cuarto.

      Al momento de la suspensión, había diez encuentros en juego en las canchas sin techo del Melbourne Park, que regalaban postales parecidas. Un sol radiante que no daba tregua. Espectadores cubriéndose con sombrillas o toallas, muchos con botellas de agua en mano, improvisando abanicos con los programas del torneo o algún folleto que habían recolectado y hasta dejando las tribunas -a riesgo de perderse algún lindo punto- para buscar algo de sombra o acercarse a los grandes ventiladores instalados a lo largo del predio. Y jugadores agotados, transpirados, con los rostros rojos por el calor y aprovechando cada segundo de los descansos entre punto y punto para hidratarse, ponerse bolsas de hielo en sus cuellos o cabezas y hasta tirándose aire con unas máquinas (que hacen acordar a aspiradoras) ubicadas cerca de los bancos para ese fin.

      Los espectadores aprovecharon lo que tenían a mano para protegerse del sol. Foto EFE/EPA/LUKAS COCHLos espectadores aprovecharon lo que tenían a mano para protegerse del sol. Foto EFE/EPA/LUKAS COCH

      Uno de los que más estaba sufriendo el calor cuando se anunció el parate era Oleksii Krutykh, que caía 5-1 ante Diego Schwartzman en el tercer parcial, con el duelo igualado en sets. El ucraniano, que había pedido atención médica poco antes (le habían tomado la presión y controlado el pulso), parecía no tener fuerzas y recibió de buena gana la noticia de que tenía que volver al vestuario. El Peque, no tanto.

      "Me parece que no hacía mucho calor para parar. Creo que es parte de los cinco sets, el calor y todo, es parte de la preparación. Hay que estar listo", comentó el porteño en charla con ESPN, después de haber sellado su victoria en cuatro sets.

      Y continuó: "Cuento las charlas que hubo en el vestuario. Éramos unos veinte jugadores y la mayoría no entendía por qué se habían parado los partidos. Había jugadores que estaban cansados por el calor y es entendible, obvio, porque es lo que pasa en cualquier día con estas temperaturas. Ahora, ¿dejar de jugar? No parecía hacer tanto calor".

      La postal de las canchas exteriores vacías, tras la aplicación de la Política de Calor Extremo. Foto EFE/EPA/LUKAS COCHLa postal de las canchas exteriores vacías, tras la aplicación de la Política de Calor Extremo. Foto EFE/EPA/LUKAS COCH

      Jordan Thompson coincidió con el argentino. Al australiano, que se despidió al caer ante el estadounidense J.J. Wolf, se lo escuchó reclamarle al umpire por la suspensión. "¿Cuándo ha pasado eso? He estado acá cuando hacía como 45 grados y se siguió jugando", se quejó el 85° del ranking.

      Su compatriota Kimberly Birrell, acostumbrada a esas condiciones, aprovechó lo mal que la pasó su rival, la estonia Kaia Kanepi, para meterse en la segunda ronda. La local, que entró gracias a una wild card, se impuso en tres sets ante la 31ª favorita, una de las que buscó varias veces alivio en las bolsas de hielo.

      Pablo Carreño Busta, que al momento de la suspensión se disponía a cerrar el segundo set del encuentro que le ganó luego en tres a Pedro Cachín, tampoco quería dejar de jugar; pero entendió la situación.

      "La idea de parar no me entraba en la cabeza, porque estaba 5-1 arriba y siendo superior. Pero al final es una norma que está ahí para cuidar nuestra salud. La verdad hacía muchísimo calor", contó el español.

      La gente buscaba el alivio de los ventiladores o del agua fresca. Foto EFE/EPA/LUKAS COCHLa gente buscaba el alivio de los ventiladores o del agua fresca. Foto EFE/EPA/LUKAS COCH

      Donde no hubo parate fue en las tres canchas centrales, en las que se cerró el techo, se acondicionó el ambiente y se continuó jugando. En el John Cain Arena, el tercer escenario en importancia, Taylor Fritz enfrentaba a Nikoloz Basilashvili cuando se aplicó la política. El estadounidense, que ganó en cuatro sets, aseguró que no sufrió mucho antes de que se pasara al "modo indoor".

      "Es un calor seco. Creo que jugar en Washington o en el US Open algunos años es mucho peor. Acá no estaba tan mal", afirmó el estadounidense. 

      Y la francesa Caroline Garcia, que cerró su partido ante Katherine Sebov en un Rod Laver abierto, justo antes de que entrara en vigencia la regla del calor extremo, comentó: "Hacía calor, era agradable poder pararse a la sombra de vez en cuando, pero no sentí que fuera tanto".

      A pesar de las críticas y los reclamos, los organizadores no dieron el brazo a torcer: esperaron hasta que el índice les diera luz verde y recién a las 17 se reanudaron los partidos. Es que más allá del malestar de algunos jugadores, no se querían arriesgar a vivir situaciones como las que se vieron en el pasado, cuando la regla era más permisiva o las temperaturas más altas.


      Antecedentes de alucinaciones y reclamos de un número 1

      La bielorrusa Sabalenka busca el alivio del hielo para combatir el calor. Foto AP Photo/Aaron FavilaLa bielorrusa Sabalenka busca el alivio del hielo para combatir el calor. Foto AP Photo/Aaron Favila

      El primer registro de la Política de Calor Extremo data de 1988, cuando, tras la inauguración de un Rod Laver Arena con techo retráctil, se determinó que este se cerraría cuando la temperatura superara los 39° C o a discreción del umpire, en partidos de la sesión diurna, a partir de los cuartos de final. Aunque recién se aplicó por primera vez en 1997.

      Desde entonces, fue sufriendo modificaciones: se cambió el valor de la temperatura máxima a la que se podía jugar, se incorporó la posibilidad de descansos más largos entre sets, se empezó a utilizar un índice que consideraba varios factores y, finalmente, en 2018, se estableció esa Escala de Estrés Térmico, que provocó el parate este martes.

      Esa última modificación se dio tras un certamen en el que uno de los alzó la voz para reclamar lo duro de las condiciones de juego fue Novak Djokovic.

      Rune recurrió al agua fresca y a las toallas con hielo para aguantar el calor. Foto REUTERS/Loren ElliottRune recurrió al agua fresca y a las toallas con hielo para aguantar el calor. Foto REUTERS/Loren Elliott

      "Estuve justo al límite. Las condiciones eran brutales. Los dos lo pasamos mal. Fue un gran reto terminar el partido", aseguró el serbio, tras batallar durante casi tres horas con 39° para vencer a Gael Monfils en la segunda ronda. El francés, en tanto, afirmó: "Me estaba muriendo en la cancha durante 40 minutos. Ponemos nuestro cuerpo en riesgo".

      Igual, no fue esa la edición más controversial, si de calor se habla. En 2014, hubo cuatro jornadas consecutivas con máximas de entre 41 y 44 grados, pero solo en una -la cuarta- se paró el juego durante algunas horas. En las otras, según los organizadores, la humedad había sido lo suficientemente baja para que el índice que indicaba si había que seguir jugando o no, no llegara a un valor alto.

      El segundo de esos días se registraron nueve abandonos, entre el cuadro femenino y el masculino. Y hubo ball boys, jugadores y espectadores que tuvieron que ser atendidos por golpes de calor, desmayos o alguna condición provocada por las altas temperaturas.

      El español Daniel Gimeno Traver, el croata Ivan Dodig y la china Peng Shuai colapsaron durante sus partidos. También el canadiense Frank Dancevic, quien tras recuperarse le contó a la prensa que había comenzado a alucinar en la cancha: "En el primer set, vi a Snoopy al costado de la cancha y pensé 'Esto es rato'". Y Jo-Wilfried Tsonga y Caroline Wozniacki contaron que tenían la sensación de que sus zapatillas y botellas de agua empezaban a derretirse.