Salud: ¿Gestionar lo desconocido o desconocer la gestión?

La realidad sanitaria en nuestro país se halla en el entramado de dos laberintos: el configurado por la pandemia (Covid) y el correspondiente a la actual epidemia del dengue (aunque en algunas provincias del norte ya constituya una endemia).

Con la pandemia una figura apropiada era la de un avión con un piloto en absoluta desorientación espacial; con el dengue, se asemeja más a un barco averiado y subsumido en este temporal epidémico, con su línea de vida o línea de flotación máxima (límite superior hasta el cual un barco puede ser cargado sin comprometer su seguridad) desbordada.

Precisamente, es sobre la configuración social pospandémica (de la cual el nivel de pobreza e indigencia e incremento de la cantidad de villas miserias y población “sin hogar” es la muestra más concreta pero no única) que se instala la epidemia actual de dengue. Lo que recuerda la observación de la Carrera de la Reina Roja (de Lewis Carroll en Alicia a través del espejo), que afirma:

“-Hija mía, en este país hay que correr lo más rápido posible para quedar en tu sitio, en un entorno que cambia todo el tiempo”.

Debe tenerse presente que es la vulnerabilidad la que determina la intensidad de los daños que produzca la ocurrencia efectiva del riesgo sobre la comunidad.

Alcanza con repasar los antecedentes ignorados: la Teoría epidémica de Reed y Frost de 1928, con su tríada de agente patógeno-huésped susceptible-ambiente; la Convención de Ginebra de 1960, con requisitos epidemiológicos para un control capacitado y efectivo; y las alertas emitidas, especialmente la de la OMS en 2015, cuando su directora, Margaret Chan, advirtió sin eufemismos y con indicaciones específicas la necesidad de los países de prepararse para una pandemia. Como se ve, sólo con cinismo puede afirmarse que la pandemia fue algo desconocido, más bien se trató de algo ignorado.

A propósito del dengue, existió una serie de antecedentes que en su falta de resultados indican el vacío operacional, tales como el Simposio internacional contra el dengue en Misiones en 2003; el intento de una estrategia regional entre Argentina, Paraguay y Bolivia en 2009; y el frente estratégico binacional de Paraguay y Brasil para eliminar criaderos de mosquitos en 2022, del cual Argentina no participó.

Para ambos casos, carecemos aún de una Gerencia Pública Contable, que transparente las asignaciones de dinero y recursos; una Agencia de Información y Comunicación, que centralice de manera sistemática y responsable el conocimiento de la situación y las recomendaciones a la población; el establecimiento meridiano de las prioridades, que pasan por mitigar el sufrimiento; y finalmente, un Registro de Fallas y Éxitos para desaprender y aprender, la verdadera esencia del oficio médico: conocimiento científico + práctica clínica = experiencia.

No sólo hay castas preocupadas por la defensa de los privilegios admitidos, sino que estas conviven con sectas -casas de cristal- en las que todo se sacrifica a su cohesión, con una moral hecha de evasión para mantener la inmovilidad (statu quo). Es el propio cinismo vestido de pragmatismo como una engañosa virtud. Para la secta, la sociedad no existe salvo como insumo, donde adquiere formas tales como es hoy la cartelización de las prepagas.

En definitiva, padecemos la falta de gobernanza de un Estado que debe asumir su responsabilidad de garante intransferible en la aplicación de la ecuación sanitaria. Cumpliendo con su función de subsidiariedad ejerciendo su participación activa, para así lograr que la democracia llegue a la salud.