Jorge Macri quiere hacerse ver en la calle y se diferencia de Horacio Rodríguez Larreta

Cuando en Juntos por el Cambio, y sobre todo en el PRO, veían cómo las chances presidenciales de sus candidatos se esfumaban ante la novedad de Javier Milei, a Jorge Macri no se lo notaba tan preocupado. Se lo veía más bien expectante. Con amplias chances de quedarse con la Jefatura de Gobierno porteña, el ex intendente de Vicente López hacía sus propias cuentas.

En ese tablero de arena, que tanto envicia a los políticos, encontraba un lado positivo a la debacle amarilla: con los libertarios en la Casa Rosada y con Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta derrotados, el futuro partidario quedaría en manos de los gobernadores. Y ahí él, a cargo de la Ciudad y con apellido ilustre, podría pasar al frente. Como atenuante interno, no era ni es el único mandatario del PRO con esa ambición.

Pero la realidad (cuándo no) devolvió otra cosa. La política rompió con la vieja grieta, Juntos por el Cambio desapareció como se lo conocía hasta entonces y todo empezó a girar en torno a la figura de Milei. "Monopolizó la agenda pública de una manera impresionante", resume un funcionario porteño que, entre risas, recuerda uno de los pocos momentos en los que se habló de la Ciudad y de su jefe. Fue en un acto en el que se anunciaba el desalojo de una feria ilegal y peligrosa cerca del Barrio 31 de Retiro e irrumpió una rata.

Pareció guionado: justo Jorge Macri se estaba diferenciando de Larreta, a quien algunos maliciosamente llaman "Larrata". En la Ciudad, el balance del episodio, dejando de lado la muerte del roedor -devorado por dos perros-, sigue siendo positivo.

Arboles tirados y calles inundadas

En su arranque, el jefe de Gobierno soportó, además, dos episodios climáticos que dejaron expuesta a la nueva gestión. La caída inédita de árboles tras un temporal (6.000 toneladas en un día, cuando se suelen levantar 1.000 toneladas por mes) y una inundación también histórica.

En ese contexto complejo, desde lo político y lo administrativo, Jorge Macri cree haber encontrado un hueco para mostrarse. El intendente proyecta que el sello de su gestión será el "orden público". Y a partir de ese eslogan, comenzó a implementar medidas que lo emparentan con el Gobierno nacional y lo distancian de Larreta.

Cada vez con más asiduidad y multiplicidad de voces, en la Ciudad hablan del "abandono en la gestión en los últimos dos años por la campaña presidencial de Horacio". Esa misma campaña y el estilo larretista, agregan, lo llevó a tener cierta laxitud en el control de la calle.

La calle es, justamente, el lugar en el que Jorge Macri busca diferenciarse. Clarín adelantó, por ejemplo, una encuesta que encargaron en el Gobierno porteño y donde se valoraba al actual intendente (más que al anterior) por el combate a los piquetes.

El siguiente paso que dio la Ciudad en ese sentido tuvo una campaña publicitaria nefasta: el programa consistía (y consiste) en sacar a la gente que duerme en la calle y derivarla a los paradores. Se estima que de las 3.300 plazas que tiene el Gobierno porteño para dar asistencia, la ocupación no suele superar el 60%.

Pero en la Ciudad no tuvieron mejor idea que mostrar fotos del antes y el después, donde la diferencia era la presencia y luego la ausencia de gente en situación de calle. Casi una limpieza humana.

Pese al mal gusto (por ser benévolos) de la estrategia de marketing, en el Gobierno porteño confirman que la idea no cambió. Y en su plan por ordenar el espacio público, ya hay otro objetivo a la vista: los cartoneros.