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      Las ínfulas del hombre pájaro

      Las plumas en el arte, el mito y la moda.

      Las ínfulas del hombre pájaro Ala de un ave, entre los estudios de flora y fauna de Alberto Durero.

      Entre los estudios de flora y fauna que hizo Alberto Durero –el pintor y grabador más notable del Renacimiento alemán– hay una acuarela de 1512 con el ala de un pájaro, azul vibrante, negro y blanco, que se conserva en la Albertina de Viena. Ya de por sí el plumaje de un ave en vuelo o en reposo provoca fascinación, la belleza intrínseca de la naturaleza roza con lo sublime. Aquel dibujo de Durero sirvió como estudio para pintar alas de ángeles. Hay una progresión metafórica entre la pluma, el ala y el ave, aunque para ser más rigurosos deberíamos decir una metonimia, la parte por el todo: la pluma por el ala, el ala por el ave. El dominio de los pájaros es el cielo, las alturas, por lo tanto, son un símbolo antiquísimo de la superación de la materia, de la elevación del espíritu, tal como dice Ortiz Aramburu “durante milenios, la pluma ha sido un símbolo de sabiduría asociado a la divinidad de los pájaros y los dioses”.

      No es rara la unión de la figura humana con la del ave, además de los ángeles de la tradición cristiana (que recoge a la vez tradiciones anteriores) el hombre pájaro es un arquetipo que se encuentra en el panteón egipcio con Horus, hombre con cabeza de halcón; el atributo de San Juan el Evangelista es un águila que suele acompañar al escriba, aunque hay casos en que se sintetiza como un hombre con cabeza de águila. Hoy en día el arquetipo del hombre pájaro perdura en superhéroes como Birdman (Hanna Barbera, 1967); por otro lado, Batman, Superman, Thor y Doctor Strange luchan contra el mal, al igual que los ángeles, y mutaron las alas por capas.

      The parrot Circle, obra de la artista alemana Rebecca Horn.The parrot Circle, obra de la artista alemana Rebecca Horn.

      Son muy pocos los artistas contemporáneos que usan plumas en sus obras, no está bien visto, y con mucha razón. La alemana Rebecca Horn (Berlín, 1944) es la gran excepción; según cuenta ella misma cuando estuvo internada largo tiempo en un hospital, alguien le regaló una bolsa con plumas y ella se entretenía metiendo su mano adentro e imaginando encontrar quien sabe qué monstruo o alimaña. The feather prison fan (El abanico de la prisión de plumas, 1978) es una escultura cinética compuesta por dos inmensos abanicos que se cierran y se abren lentamente para atrapar el cuerpo de una bailarina de quien se ven apenas sus piernas y zapatillas de ballet. En alguna performance Horn utilizó la Máscara de cacatúa (1973) de color blanco, o la Máscara de gallo (1973) con plumas negras, también creó un Abanico mecánico de pavo real (1981), quizá un guiño a la Cauda Pavonis (cola de pavo real) que aparece en muchos tratados de Alquimia, ya que las plumas blancas y negras aluden a otros procesos de la Gran Obra, albedo y nigredo.

      En nuestras tierras. Alejandro Puente (1933- 2013) gran admirador del arte precolombino en general y los plumarios en particular, les rinde homenaje en varias pinturas, incluso hay un mural suyo, Homenaje al artista artesano, 2007, a la entrada del MAP. En 2020, Gaspar Libedinsky mostró en el Museo de Arte Decorativo las figuras a tamaño natural de dos avestruces con más de cuarenta plumeros, que se siguen fabricando artesanalmente con plumas naturales.

      Esplendor de un arte con plumeros. Gaspar Libedinsky en el Museo Nacional de Arte Decorativo. Esplendor de un arte con plumeros. Gaspar Libedinsky en el Museo Nacional de Arte Decorativo.

      La pluma también ha servido para vestir, desde los cascos con cresta de los ejércitos romanos, hasta los yelmos de la guardia suiza vaticana. La industria de la moda sigue incorporando plumas, sea como rellenos para abrigos o en vestidos o tocados. En los carnavales de Río de Janeiro y otras ciudades se lucen trajes fastuosos con arnés de plumas exóticas y multicolores, aunque ya hay una tendencia a usar plumas recuperadas o artificiales. José Vivas, escultor rosarino, suele recibir pedidos para turbantes, tocados y fascinators, él mismo rechaza el uso de plumas naturales y suele reutilizar las que encuentra en la calle mientras pasea a su mascota, o directamente plumas artificiales.


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      Julio Sánchez Baroni

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