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      La Inteligencia artificial inaugura una nueva civilización

      Mientras EEUU invirtió U$S 67.200 millones el año pasado, China lo hizo con U$S 7.800 millones, y Gran Bretaña aportó U$S 3.800 millones. Pero China representa 61% del total de las patentes AI globales.

      La Inteligencia artificial
inaugura una nueva civilizaciónEEUU y China disputan el dominio de la IA.

      El dominio de la tecnología de avanzada de la Inteligencia artificial (AI) constituye el eje del poder en el mundo del siglo XXI, y deja atrás en el terreno de la creciente irrelevancia al predominio militar, territorial, demográfico o simplemente económico.

      La Inteligencia artificial es la tecnología fundamental de la 4ta Revolución Industrial, que es la fase actual de la acumulación capitalista, centrada en la digitalización completa y forzada de la manufactura y los servicios, y cuyo carácter brutalmente disruptivo, quiebra el status quo en todas partes y al mismo tiempo.

      Ha surgido pues un nuevo tiempo de fenomenal innovación con una proliferación de nuevos actores que crean incesantemente actividades profundamente novedosas y de superior productividad.

      Los rasgos cruciales de esta extraordinaria época histórica son los siguientes, según la Universidad de Stanford (“Artificial Intelligence Index Report”, Stanford University/2024):

      • En 1er lugar, el núcleo creativo de la Inteligencia artificial está situado inequívocamente en EE.UU, que es la cuna de la innovación y la creatividad del sistema capitalista desde que la potencia americana ocupó el 1er lugar al finalizar la Guerra Civil de 1861/1865.

      • Luego este torrente de innovación está en su fase inicial claramente en manos del sector privado estadounidense, cuyos laboratorios e investigadores han creado 61 de sus principales modelos en los últimos 20 años, en tanto que 25 fueron obra de la Unión Europea (UE) y el Reino Unido combinados, y 15 de los restantes son el resultado de la acción directa de China.

      • La diferencia cualitativa entre EE.UU y sus competidores la fija la tasa de inversión en AI; así, mientras la superpotencia norteamericana invirtió U$S 67.200 millones el año pasado, China lo hizo con U$S 7.800 millones, y Gran Bretaña aportó U$S 3.800 millones.

      • Lo notable es que las 3 grandes plataformas estadounidenses de alta tecnología –Google, Facebook, y Microsoft – han realizado prácticamente la totalidad de la inversión AI en las últimas 2 décadas, tanto en EE.UU como en el resto del sistema global.

      • El papel de China va más allá de lo cuantitativo, y representa 61% del total de las patentes AI globales, comparadas con 21% que corresponden a EE.UU; pero esto sucede con la particularidad de que prácticamente todas ellas ocurren en el terreno de la aplicación. Esto deriva del hecho de que la República Popular posee el mayor número de usuarios de Internet del mundo, con 1.110 millones de titulares, entre los cuales se destacan unos 480 millones de “bloggers”, muchos de ellos profundamente innovadores. En China, en síntesis, lo cuantitativo se transforma en cualitativo, que es la clave del “milagro” del renacimiento de esta civilización 5 veces milenaria, y en donde

      “…la historia no está en el pasado sino en el presente”, en los términos de Hegel.

      • Esto hace que en la aplicación de la AI y en la 4ta Revolución Industrial, que son ante todo la Internet de las Cosas y la robotización, China lidera inequívocamente el sistema mundial, por encima de EE.UU.

      • Todos los años la República Popular gradúa 4 millones de ingenieros de alta calificación internacional, a su fuerza de trabajo de 900 millones de operarios, mientras que EE.UU dispone de 4 millones de ingenieros en total. La calidad es una marca norteamericana, pero la pasión china por las cantidades abrumadoras tiende a volcar el equilibrio mundial hacia el Continente Asiático, que es lo que está ocurriendo.

      • El “optimismo norteamericano” es un rasgo de raíz estructural de este país de excepción; en tanto que en China esta condición se revela en una fenomenal certidumbre en el destino de su civilización.

      • La juventud del mundo comparte el “optimismo norteamericano” en materia tecnológica, mientras que el “pesimismo” – una nítida categoría perdidosa – habita sobre todo en Europa, y especialmente en Francia, donde el culto a la inminencia de múltiples catástrofes constituye la más exitosa de sus industrias de lujo.

      • Todo indica en síntesis que el mundo vive la aurora de un nuevo renacimiento cargado de vida y de sentido, una auténtica plétora de la tecnología y de la innovación.

      En este mundo fenomenal las categorías de avanzado o emergente tienden a desaparecer, y lo que verdaderamente importa es el protagonismo y el grado de participación que se logre en esto que constituye la fase inicial de una nueva época histórica.

      Lo esencial es el afán de protagonismo, asumiendo los riesgos y las amenazas que implica semejante vocación, lo que exige saber que EE.UU y China son el nuevo centro del poder mundial, pero que compiten y se enfrentan dentro de un sistema global absolutamente unificado por la revolución de la técnica a través de un proceso vertiginoso de digitalización.

      En esta época histórica la lucidez y la audacia son sinónimos; hay que atreverse a participar en esta nueva aurora civilizatoria; y la Argentina es un país con vocación de grandeza, en donde siempre conviene recordar a Jorge Luis Borges: “odio el chauvinismo, pero es un hecho que en el Hemisferio Sur hay más estrellas que en el Hemisferio Norte”.


      Sobre la firma

      Jorge Castro

      Analista internacional. Columnista del suplemento Económico de Clarín.

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