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      ¿Qué hacer para seguir teniendo industria automotriz?

      Los países contra los que competimos están acelerando con una serie de políticas para mantenerse en esta industria. Saben que quien no lo haga se quedará en la banquina.

      ¿Qué hacer para seguir teniendo industria automotriz?Una de las cinco fábricas de Volkswagen en Brasil. El país vecino captó sólo en los primeros tres meses del año US$ 12.000 millones de Volkswagen, Stellantis, Honda, Toyota y BYD.

      La industria automotriz mundial está cambiando. Lo que se está produciendo ya no es un auto sino una computadora con ruedas. Lo que lo propulsa ya no será solo un motor a combustión sino también eléctrico o híbrido. Pero la industria no está cambiando sola, sino con un fuerte trabajo conjunto entre el sector público y el privado.

      Un trabajo de Fund.ar sobre políticas de electromovilidad en países de ingresos medios mostró que de 16 posibles instrumentos de política pública Indonesia adoptó 10, Tailandia 9, Polonia 8 y México 4. Estos países tienen incentivos económicos a la demanda y a la oferta de vehículos eléctricos (VE): subsidios directos o reducciones impositivas. También establecen metas de producción y de ventas de VE, y de prohibición de vehículos a combustión.

      Nuestro principal socio comercial, Brasil, acaba de presentar el Mov.er y el Nova Indústria Brasil. El Estado brasileño desembolsará hasta 2028 vía el Mov.er unos USD 3.500 millones, un “gasto” que recuperará con creces a partir de inversiones del sector privado que generarán empleo y aumento de la recaudación. Son dos políticas industriales ambiciosas basadas en la sostenibilidad e innovación que cambian el tablero de juego de manera radical.

      En 2023 el Congreso argentino promulgó la Ley de Promoción de Inversiones en la Industria Automotriz y recientemente se anunciaron algunos incentivos (necesarios) a la industria. Sin embargo, todavía no tenemos una estrategia de política pública clara para enfrentar el doble desafío tecnológico de la digitalización y la descarbonización.

      La comparación es importante porque nos pone en perspectiva con países similares a nosotros, no desarrollados, que no son dueños de la tecnología requerida y que no tienen terminales automotrices de capital nacional. Son países con los que competimos y que están acelerando con una serie de políticas que les permitan mantenerse sobre la autopista del desarrollo automotriz futuro. Saben (sabemos) que quien no lo haga se quedará en la banquina.

      Para nosotros es fundamental mirar a Brasil de manera urgente, porque allí va el 60% de los vehículos que producimos. En los últimos meses recibió un caudal importante de inversiones para localizar nuevos vehículos. Según la Revista Autodata de Brasil en períodos que van hasta 2030, Stellantis comprometió USD 5.400 millones, Volkswagen USD 2.900 millones, Toyota USD 2.000 millones, la firma china BYD (“Build your dreams”, que acaba de superar a Tesla como la principal fabricante de autos eléctricos del mundo) USD 1.000 millones y Honda USD 760 millones.

      Casi todos los anuncios prevén desarrollos híbridos-flex (que funcionan con biocombustibles), aunque los chinos se concentran principalmente en vehículos eléctricos, tecnología a la que apuestan a nivel global. Todavía es una incógnita cómo será finalmente el mix de mercado en Brasil entre híbridos-flex y eléctricos. Hoy, la reducida infraestructura de carga para VE y la alta disponibilidad de biocombustibles parecen inclinar la cancha a favor del “flex”.

      Asfalto institucional

      Un factor clave de las políticas industriales es el institucional. ¿Quién y cómo define hacia dónde? Hay países donde los principales actores de la cadena participan del debate. Tailandia creó el Thailand Automotive Institute (TAI), pero antes de hacerlo el gobierno escuchó lo que tenían para decir las terminales automotrices, que son en definitiva las que definen qué inversiones están dispuestas a realizar.

      A lo largo de los años, en Argentina, gobiernos de distintos partidos convocaron al diálogo para definir políticas productivas: las mesas sectoriales, los planes 2030, las mesas de la competitividad son solo algunos ejemplos. Recientemente el gobierno nacional reunió a los actores de la cadena automotriz local para avanzar en la definición de una estrategia. Es una buena noticia. Sin embargo, el principal desafío ha sido siempre pasar del diálogo a la implementación, y sostenerla en el tiempo.

      Los países con los que nos tenemos que comparar avanzan en la carrera tecnológica apostando al desarrollo de sus capacidades para ganar posiciones en un mundo en el que la competencia es y será cada vez más feroz. El papel del Estado es insustituible para eso. En Argentina lo sabemos bien: no habría unicornios argentinos sin la Ley de Software; no podríamos fabricar satélites sin INVAP. Ambos casos lograron devenir políticas de Estado, fuera de toda grieta. De la misma manera, solo podemos sobrevivir al cambio de paradigma de la industria automotriz con una política industrial a la altura del desafío.


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      Carolina Castro
      Carolina Castro

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